Queen. A 40 años de la gira que lo cambió todo

Noticias 03-03-2021
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Se cumplen hoy 40 años de su debut en la Argentina, un país que no estaba preparado para un show tan importante
Javier Capalbo se había casado el 30 de diciembre de 1980, pero por su trabajo no había podido tener su luna de miel. Alfredo, su padre, había cerrado el contrato para traer a Queen a la Argentina, y desde entonces nadie paraba de trabajar en (y aprender cómo hacer) los shows. Una vez terminada la gira por la Argentina –el 8 de marzo, con el último concierto en Vélez, en un tour que también pasó por Rosario y Mar del Plata– Queen viajó a Brasil y Coqui (así lo llaman todos) aprovechó para hacer ese viaje postergado. Después de dos shows multitudinarios en el Estadio Morumbí de San Pablo (120 mil personas cada uno, la mayor audiencia paga hasta el momento), Capalbo fue invitado a cenar con la producción brasilera. En la misma mesa también estaba Freddie Mercury.
— Freddie, este show fue lo más grande de tu carrera, ¿no? – dice el productor paulista.
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—Sí, fue muy grande, pero lo que yo viví en la Argentina nunca lo vi en mi vida.
Ellos pensaban que venían a las Indias, y cuando en el estadio vieron que la gente cantaba sus canciones, no lo podían creer”, dice hoy Capalbo a LA NACION revista. Por eso la gira por la Argentina, de la que hoy se cumplen 40 años, es un hito en la historia de Queen y del rock en Sudamérica.
Puede resultar difícil entender cómo era el mundo 40 años atrás. En algún momento de 1981, el republicano Ronald Reagan asumiría la presidencia de los Estados Unidos, Lady Di y el Príncipe Carlos se casarían, MTV realizaría su primera transmisión con el clip Video killed the radio star, el Boca de Diego Maradona saldría campeón del Metropolitano y se darían a conocer cinco casos de neumonía entre personas homosexuales de California, en lo que sería el primer reporte de casos de VIH/Sida. Adam Lambert, actual vocalista de Queen, ni siquiera había nacido.
En la Argentina, la dictadura cívico-militar intentaba ablandar su imagen y sus horrores, con la incorporación de algunos elementos democráticos, como sería la posibilidad de asistir a un concierto de rock. Enemigos de las multitudes, no es que no hubieran permitido ningún show hasta ese momento, pero sin dudas no lo habían hecho con algo de esta magnitud. De alguna forma querían aprovechar la visita de Queen para intentar demostrar que no era un gobierno tan cerrado ni tan represor. Y lo querían hacer con un recital de esos que resultan imposibles de ignorar. Ni Santana en 1973 ni Joe Cocker en 1977 ni The Police en 1980 habían alcanzado ese status. Frank Sinatra llegaría en 1981, pero después.
“Algunos dicen que a Queen lo trajeron los militares, y no. Fue un empresario que vio la posibilidad de un negocio”, dice Coqui. Lo que no vieron ni él ni su padre en ese momento –o sí, pero estuvieron dispuestos a correr el riesgo– era que la Argentina no estaba preparada ni desde la logística ni la infraestructura ni desde el aspecto técnico para llevar adelante un concierto como los que daba Queen. No se le podía ofrecer a una de las bandas más populares del mundo el rider técnico de los carnavales del Club Comunicaciones.
“Queen fue algo casual –dice Capalbo–. Viajamos a Los Ángeles para contratar a Lynda Carter, que había interpretado a La Mujer Maravilla para la serie de TV, pero la visita se frustró porque ella quería venir a cantar y no a hacer de Wonder Woman. En aquella época vivía en California un capo de la industria discográfica argentina, que era Beco Rota, de EMI Odeón, que nos invitó a una reunión en la agencia que manejaba las giras de Queen en los Estados Unidos. Y fuimos. Llegamos y también estaba Jim Beach, el manager de la banda”.
Con el trato cerrado, seis meses antes de los shows, Beach viajó a la Argentina con el production manager del grupo, Gerry Stickells, con la misión de encontrar los mejores estadios donde pudieran tocar, en un país que dos años antes había tenido un Mundial de fútbol. Vélez y Rosario Central fueron de la partida, pero por alguna razón económica se llegó a la conclusión de que Queen no era negocio para Córdoba, y se eligió a Mar del Plata. En las reuniones con los encargados de cada estadio surgió una preocupación central: la energía eléctrica para abastecer semejante puesta en escena. “Cuando Stickells les pasaba el requerimiento, la respuesta era casi unánime: está loco”, dice Capalbo. Se utilizaron las subestaciones eléctricas de los estadios y se le alquiló a Segba un cable para llevar toda esa energía hasta el escenario. “Fue el costo más grande que tuvo la producción”, dice Coqui.

FUENTE: LA NACION MUSICA

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13/10/1941